Te bendecimos, Padre nuestro y Señor de la Vida,
por el Cuerpo Glorioso de tu Hijo Jesucristo
Su Rostro, dormido en la carne, por amor
no es el de un vencido.
En él reconocemos la suprema manifestación
de tu amor a los hombres.
Al venerar esta imagen del Santísimo Cristo
un rayo de Luz enciende en nosotros la Esperanza
de una Vida nueva y sin fin.
Te pedimos que Tú vayas transformando
los sentimientos de nuestro corazón,
conforme al modelo de tu Hijo, el Hombre perfecto,
y así podamos alcanzar la Vida plena y feliz
que Él nos ha ganado por su Muerte y Resurreción.
Ilmo. Sr. D. Pascual Díez Escanciano
Capellán fundador